Pero la insatisfacción de cada vez más grupos en la sociedad no podía eliminarse o ignorarse tan fácilmente y se manifestaban no sólo en acciones violentas, si no también en abstencionismo y en el creciente apoyo en al régimen. Esta situación orillo al gobierno a abrir espacios para la competencia política.
En ese entones México era un país gobernada por un sistema de partido hegemónico un sistema en el que solo dominaba un partido, por lo que las elecciones eran mera formalidad, una especie de ritual para dar apariencia democrática al régimen.
Las leyes electorales establecidas desde 1946 estaban pensando para concentrar los beneficios al PRI y para permitir que el gobierno condicionara la participación de otro partidos políticos.
viernes, 11 de junio de 2010
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